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UNA HISTORIA JAPONESA___________________________________________________________________________________
Carmen Andreu Lara

View of the exhibition Una historia japonesa. Laraña Art Space, Faculty of Fine Arts of Seville (US), 2021

La tierra vista desde la luna por un terrícola. El campo para el habitante de la ciudad, la ciudad para el agricultor. El extrañamiento es la condición del paisaje.

François Lyotard (1988)

La encantadora de serpientes fue un encargo de la madre del artista francés Robert Delaunay al pintor Henri Rousseau. Madame Delaunay acababa de llegar de un viaje y deseaba que sus relatos fueran inmortalizados. La pintura de Rousseau hace referencia a un mundo que hibrida el relato de la viajera y el imaginario europeo de otras culturas lejanas hacia finales del siglo XIX. Puesto que Rousseau nunca visitó físicamente el marco geográfico que representó, nos muestra un lugar de ensueños, un lugar que despierta deseo y temor al mismo tiempo.

Una historia japonesa nos muestra la reinterpretación de otra cultura, igualmente un lugar de ensueños, entre la fantasía y el recuerdo de un viaje físico pero también emocional. Viajar es, en esencia, moverse hacia lo desconocido, es la búsqueda del extrañamiento en un mundo donde el consumo voraz de imágenes que parecen agotar nuestra capacidad de sorpresa y emoción. Sin embargo, el viaje aún hoy es una vía de conocimiento y de descubrimiento cuando nace de la curiosidad. En el viaje, los paisajes cotidianos, cargados de códigos culturales que nos recuerdan nuestra pertenencia a una determinada comunidad, se sustituyen súbitamente por otros territorios, en los que las costumbres, el clima, la vegetación, el color o la luz son probablemente muy diferentes. Como nos recuerda Marc Augé, todos estamos hoy sometidos a la esclavitud de las imágenes, no podemos dejar de buscar escenarios ya codificados, dignificados y mitificados por famosos observadores anteriores desde distintos discursos culturales. Sin embargo, cuando es la intensidad de la propia vivencia la que se desborda en hecho artístico, la obra nace de la acción de experimentar, comprender o gozar, de impregnarse y dejarse llevar, en este caso, por la seducción del imaginario descubierto. La emoción es energía que se destila en formas y colores para crear el deleite de una doble ficción, la de la pintura misma y la del mundo que recrea.

Una historia japonesa da forma plástica a las añoranzas, sueños y recuerdos de su autora, Erika Espinosa de los Monteros. Nos muestra que la realidad no es sólo el mundo de las apariencias y que aún hoy nos está permitido soñar.